
Te preguntaba, Ayrton, ¿por qué te cuento esto?
El día que voló el canario de Platero y yo, mientras el borrico jugaba con las mariposas, “anduvo toda la mañana entre los granados del huerto y por las lilas. Los niños estuvieron sentados en la galería, absortos con los breves vuelos del pajarillo amarillento.”
Pero esa tarde, “se vino al tejado de la casa grande, y allí se quedó largo tiempo, latiendo en el tibio sol que declinaba. De pronto, y sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.”
¿Y a cuento de qué?, Ayrton, ¿de qué?
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