sábado, 2 de abril de 2011

Ayrton XII


“Mira, Platero” y tú también, Ayrton, “qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas, blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas.” ¿Qué haremos con ellas?, son tantas. “¿Sabes tú, quizás, Platero, de dónde es esta blanda flora…?” Acaso vengan de las “galerías del Paraíso” que llegan en nuestra ayuda, en la tuya, Ayrton, para que veamos “todo lo fuerte que se hace, con su adorno, delicado.”

Algún día tenía que ser la suerte para nosotros, para ti, Ayrton, ya que también “parece, Platero, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura” sube todo “a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas”.

Estás por comenzar una nueva vida, Ayrton, aunque todavía no te des cuenta. Ya verás, ya verás. Porque, Ayrton, “tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al cielo, son dos bellas rosas.”

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