jueves, 14 de abril de 2011

Ayrton XXV

“Tú, Platero, no has subido nunca a la azotea”, le dicen al borrico, ya que, claro, Ayrton, tú sabes, escaleras y cascos son impropios para tamaño lance. “No puedes saber qué honda respiración ensancha el pecho”, le completan.

Acaso una metáfora del imposible ascenso animal de su propia condición, que no es nuestro caso, Ayrton.

El hombre que narra le describe a Platero que “se siente uno quemado en el sol pleno del día, anegado de azul como al lado mismo del cielo”, y que “la casa desaparece como un sótano”, mientras que lo ve a él “bebiendo en el pilón, o jugando, como un tonto, con el gorrión o la tortuga”. O, tal vez, como suelo descubrirte yo, Ayrton, mirando a la chica que te gusta.

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