lunes, 18 de abril de 2011

Ayrton XXX

“¡Ay, qué relumbres y olores!

¡Ay, cómo ríen los prados!

¡Ay, qué alboradas se oyen!

Romance Popular”

Es el amanecer, Ayrton, y al narrador de Platero y yo parece llegarle desde afuera múltiples chillidos infantiles. “Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama”, le cuenta a Platero. Pero, “al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los pájaros.” Golondrinas, mirlos, oropéndolas, gorriones y demás “discuten desaforadamente.”

“¡Cómo está la mañana!”, Ayrton, llegó la primavera, sí, ahora en Pascuas, nosotros la decretamos. ¿No quieres creerlo? Ya verás que para ti llegó la mejor estación.

La alegría del sol, las “mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores, por la casa —ya dentro, ya fuera—, en el manantial.” Todo, Ayrton, es “un hervidero de vida sana y nueva”, como si “fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida.”

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