miércoles, 20 de abril de 2011

Ayrton XXXI

A Platero le señalan un aljibe: “Míralo; está lleno de las últimas lluvias. No tiene eco, ni se ve, allá en su fondo, como cuando está bajo”. Un pozo en donde siempre hay agua, o algunas humedades, o, aun seco, su misma condición le posibilita tenerla.

Un aljibe es como nosotros mismos, Ayrton —tú, yo, todos—, en quienes siempre existe algo de conocimiento.

“Tú no has bajado nunca al aljibe, Platero. Yo sí; bajé cuando lo vaciaron, hace años. Mira; tiene una galería larga, y luego un cuarto pequeñito.” … “Dos fríos terribles se cruzaron en mi pecho cual dos espadas que se cruzaran, como dos fémures bajo una calavera...”

Todos estamos socavados “de aljibes y galerías, Platero”, y alguna de éstas “nadie se ha atrevido a seguirla del todo, porque no acaba nunca...”

“Bueno, Platero. Y ahora voy a darte un cubo de esta agua pura y fresquita”, como yo a ti algún conocimiento, Ayrton, pues te secaste un poco por tus penas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario