lunes, 18 de abril de 2011

Ayrton XXIX

Siempre te recuerdo, Ayrton, que a Platero, un día sí y otro también, le contaban cuentos y anécdotas: que la fantasma, que el loco, que el niño tonto, que la reja… Y también sobre ese cura del pueblo, que “va ungido” montado en “su burra”.

Hacía su huerta, vestido “con calzones de marinero, sombrero ancho, tirando palabrotas y guijarros a los chiquillos que le robaban las naranjas.” Y en todo veía peligros y tentaciones, Ayrton: “el árbol, el terrón, el agua, el viento, la candela, todo esto tan gracioso, tan blando, tan fresco, tan puro, tan vivo, parece que son para él ejemplo de desorden, de dureza, de frialdad, de violencia, de ruina.” Pero, a la hora de “la oración, se trueca todo. Se pone sotana y entra en el pueblo oscuro, sobre su burra lenta, como Jesús en la muerte...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario