
En mi novela Divino Dante (2010, 228 p.), la fractura espacio-temporal del relato y la no utilización convencional del libro como objeto —el texto comienza en la página nueve y termina en la diez, pero luego de que el lector revierta el volumen y recorra doscientas veintiocho páginas— cifra esta obra.
El narrador cuenta cómo se remontó a las estrellas desde la plaza Moreno —centro geográfico de la ciudad de La Plata, Argentina—, guiado por sus tres mentores —Dante, Beatriz y Virgilio—, mientras suena la última campanada del año dos mil.
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